Breve historia de los pendientes de aro
Con el auge del hip-hop y de las influencias latinas en la cultura popular, los pendientes de aro volvieron a ponerse de moda en Occidente, con propuestas de diseño adaptadas a los gustos de los ochenta y noventa. Pero el origen de los pendientes aro oro se remonta miles de años en el tiempo.
Fueron los nubios y otros pueblos de Sudán quienes ‘contagiaron’ la afición por estos pendientes a civilizaciones tan antiguas como la griega o la egipcia. Su influencia se extendió hasta la lejana Asia. Por consiguiente, los primeros pendientes de aro en suelo europeo contarían con cuatro milenios y medio de historia.
El diámetro de los pendientes se incrementó durante la Edad Media, cuando los nobles y miembros de la realeza se adornaban con ellos, decorados con gemas y piedras preciosas. La sofisticación del pendiente de aro dio un salto en el contexto del Renacimiento.
La afición por los pendientes de aro creció a un ritmo acelerado a partir del siglo XIX, y fue durante la posterior centuria cuando experimentó un boom en toda regla.
Como a principios del siglo XX volvieron a estilarse los peinados altos, los pendientes en general cobraron protagonismo, y los de aro en particular continuaron su ascenso. Se desconoce hasta qué punto la egiptomanía —motivado por el hallazgo de la tumba de Tutankamón— que explotaba el cine y la literatura tuvo algo que ver, pero lo cierto es que su demanda era notable.
Tras la Segunda Guerra Mundial, la influencia de artistas afrodescendientes como Josephine Baker o Diana Ross comenzaron a notarse en sociedad. Para los años sesenta, los pendientes de aro se habían consolidado, y en las décadas posteriores, su vinculación con las culturas latina y nativa impulsaron su popularidad entre las nuevas generaciones. Los noventa vivieron un crecimiento de estos pendientes, con diseños y formas más imaginativas.