El abuelo también va a clase
Cuando un anciano comienza a tener problemas de senilidad o de Alzheimer los hijos pueden decidir hacerse cargo de la persona en sus propias casas, ya sea alternando domicilios o siendo uno de sus hijos, normalmente el más cercano, el que se ocupe de su cuidado.
El abuelo se va a vivir a casa y, además, comienza a notarse que no es la misma persona que ha sido siempre. Algo que es difícil de asimilar para los adultos, pero también para los niños, que ven como su abuelito o su abuelita actúan de manera muy rara.
Es importante explicarles a los niños que algo está pasando. No se les debe dejar creer que es un proceso normal de la vejez o, simplemente, no hablar con ellos. Para los niños es complicado entender que el abuelo que los llevaba al parque y jugaba con ellos cada día quizás no recuerde su nombre o no los reconozca por momentos.
Hay que explicarles las cosas siempre de un modo que los niños puedan entenderlo bien. Decirles que el abuelito está enfermo y que ahora toca cuidarlo mucho, como él nos ha cuidado antes a nosotros. Si el anciano acude a un Centro de día para mayores en Madrid se le puede explicar al pequeño que ahora, el abuelo también va a clase todos los días, a una clase especial para él.
Los niños siempre tienden a imitar el comportamiento de los adultos. Si ven que los padres pasan del abuelo y lo tratan casi como si fuera un mueble en la casa, harán lo mismo. Pero si ven que se le da cariño al anciano y que, con sus limitaciones y problemas sigue siendo un miembro querido de la familia, lo aceptarán así.
Aunque no se puede cargar a un niño con la responsabilidad de un adulto enfermo sí se le debe de explicar que el abuelo puede hacer cosas peligrosas, como encender la cocina y olvidar el gas abierto o que quizás pueda intentar salir de casa solo.
El niño no puede cuidar al abuelo, pero sí puede colaborar con los padres para estar alerta ante estas conductas. De este modo, siempre sabrá cómo actuar si ve que intenta marcharse de casa en un descuido o si comete alguna imprudencia en el hogar.
El Alzheimer cambia totalmente la relación entre el abuelo y los nietos, pero es nuestra responsabilidad que el cariño siga vivo.